miércoles, 22 de septiembre de 2010

El texto argumentativo I

Lee el siguiente texto y responde estas preguntas:
a) Identifica la tesis y exprésala con tus propias palabras.
b) Determina y analiza la estructura del texto.
c) Explica qué tipos de argumentos emplea el autor.
d) Enuncia qué tesis defenderías en tu caso sobre el tema tratado.

Consumo y conformismo

Una de las escenas más comentadas en los últimos tiempos es la escena de El club de la lucha en que el narrador sin nombre (interpretado por Ed Norton) recorre con la vista su apartamento vacío, llenándolo mentalmente de muebles Ikea. La escena palpita al llenarse de precios, números de serie y nombres de producto, como si la mirada de Norton fuese un ratón de ordenador comprando objetos de un catálogo virtual. Es una escena magnífica que comunica con eficacia lo que pretende: el protagonista vive en un mundo masificado, consumista, estéril. Si es cierto eso de «Dime qué compras y te diré quién eres», entonces el narrador parece el típico currante conformista con hábitos de consumo bien definidos.

En El club de la lucha se plantea un nexo indisoluble entre el consumismo y la sociedad de masas. La alienación que lleva al protagonista de El club de la lucha a volar su apartamento con todo dentro en la última escena no es muy distinta de la furia contenida que le lleva a crear el clandestino club de la lucha donde un grupo de hombres se reúnen en plena noche para pelearse unos contra otros hasta perder el sentido. Ambos actos son una sublevación contra la conformidad represiva de la sociedad moderna.

Esta identificación del consumismo con la masificación es tan habitual que todos estamos acostumbrados a ella. Pero la idea de que el consumismo obedezca a una necesidad de conformarse no es tan obvia. Los jóvenes a veces buscan un estilo concreto de pantalones vaqueros o de zapatillas deportivas con el argumento de que «es lo que lleva todo el mundo». Ellos lo que quieren es integrarse, ser aceptados. Pero, ¿cuántas personas adultas hacen lo mismo? La mayoría de ellos no se gastan el dinero en cosas que les sirvan para integrarse, sino en cosas que les permitan diferenciarse de los demás. Se gastan el dinero en bienes que les proporcionen una distinción. Compran cosas para sentirse superiores. Quieren demostrar que están a la última (calzado Nike), que tienen mejores contactos (auténticos puros habanos), que están mejor informados (whisky escocés de malta), que saben distinguir lo bueno (café exprés de Starbucks), que son éticamente superiores (productos de Body Shop) o más ricos por las buenas (maletas Louis Vuitton).

En otras palabras, el consumismo parece el resultado de la batalla de los consumidores por superarse unos a otros. El origen del problema es el consumo competitivo, no el conformismo. Si los consumidores fueran unos conformistas, saldrían a la calle a comprar todos exactamente lo mismo y serían felices. No habría ningún motivo para salir a comprar nada nuevo. Por tanto, la necesidad de conformarse no explica en absoluto el carácter compulsivo del comportamiento consumista, es decir, el hecho de que la gente gaste más y más dinero estando en números rojos y sabiendo que no van a ser felices a largo plazo.

En resumen, son los inconformistas, no los conformistas, quienes fomentan el consumo.

JOSEPH HEATH Y ANDREW POTTER (Adaptación)

Rebelarse vende. El negocio de la contracultura

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